Cada noche cuando los niños se van a dormir, es el momento para dejar atrás las malas experiencias del día y recargar sus emociones. Este es un momento especial, en el que los niños se sienten seguros en sus camas y en el que podemos proporcionarles aliento, darles cariño y transmitirles tranquilidad. Nunca debemos permitir que un niño se vaya a dormir alterado, triste o llorando.
Que la próxima generación crezca a partir de semillas de amor, orgullo, paz y armonía.