Los seres humanos no somos perfectos. Nadie puede decir que es mejor que otra persona. De hecho, a mi juicio, ni siquiera la amistad es perfecta. Es muy probable que alguna vez hayamos pensado mal de un amigo o hayamos querido juzgarlo por su actitud o sus acciones, cuando en realidad nosotros somos igual de imperfectos y podríamos haber cometido los mismos errores o haber tomado las mismas malas decisiones en algún momento de nuestras vidas.
Muchas veces hacemos amigos en el trabajo. Una de las cosas mas importantes de este tipo de amistades es que nunca debemos salvar nuestro pellejo echándole la culpa a otro, para salir del apuro, cuando hemos cometido un error; al equivocamos debemos asumir la responsabilidad y hacerle frente a la situación, no perjudicar la vida de otros. Sin embargo, lo que se ve con relativa frecuencia en los trabajos, es justamente, a las personas culpando a otras por sus errores.
En mi caso, pasó algo de esto. Luego que dejé mi último trabajo, muchas cosas cambiaron para los que se quedaron y la situación en general se tornó muy tensa y difícil; posteriormente, me pude enterar de que algunas personas (que yo considero amigas), aprovecharon la oportunidad para echarme la culpa de ciertas cosas. Hasta el sol de hoy, aún seguimos siendo amigas, y probablemente ellas no sepan que yo estoy al tanto de esto.
Cuando posteriormente alguien me preguntó como podía seguir siendo su amiga, tuve la oportunidad de explicarlo de una forma muy simple: yo no estaba presente, por lo tanto era el perfecto chivo expiatorio; en realidad no me causaron ningún perjuicio y puedo entender que a veces las personas tengan la necesidad de hacer ciertas cosas para garantizar su trabajo, porque tienen familia y responsabilidades. No creo tener la moral para juzgar a otros por algo que probablemente, hubiera podido llegar a hacer yo misma, si me hubiese visto en la necesidad... después de todo, como dice el dicho: "La necesidad tiene cara de perro".
Definitivamente no considero correcto este tipo de actitudes, pero cuando uno se pone en el lugar de la otra persona, se da cuenta que se trata un poco de salvar “mi pellejo o el suyo” y mi pellejo ya no estaba en riesgo. Creo que por eso, pude aceptarlo, perdonarlo y seguir adelante.
Los seres humanos somos imperfectos por naturaleza. No creo que exista nadie absolutamente puro, perfecto y limpio de pecado, que nunca haya cometido un error o se haya equivocado, porque todos estamos en un camino de constante aprendizaje y mejoramiento.
El punto de esta reflexión es que debemos aprender a perdonar y no guardar rencor, porque todos somos capaces de cometer errores. El rencor es malo para la salud. Carcome el corazón de adentro hacia afuera, como un cáncer y nos vuelve duros, insensibles y amargados. La vida es demasiado valiosa y corta para perder tiempo revolcándonos en el lodo que otros nos lanza. Así que... cuando nos pase a nosotros, a perdonar y seguir adelante.
Muchas veces hacemos amigos en el trabajo. Una de las cosas mas importantes de este tipo de amistades es que nunca debemos salvar nuestro pellejo echándole la culpa a otro, para salir del apuro, cuando hemos cometido un error; al equivocamos debemos asumir la responsabilidad y hacerle frente a la situación, no perjudicar la vida de otros. Sin embargo, lo que se ve con relativa frecuencia en los trabajos, es justamente, a las personas culpando a otras por sus errores.
En mi caso, pasó algo de esto. Luego que dejé mi último trabajo, muchas cosas cambiaron para los que se quedaron y la situación en general se tornó muy tensa y difícil; posteriormente, me pude enterar de que algunas personas (que yo considero amigas), aprovecharon la oportunidad para echarme la culpa de ciertas cosas. Hasta el sol de hoy, aún seguimos siendo amigas, y probablemente ellas no sepan que yo estoy al tanto de esto.
Cuando posteriormente alguien me preguntó como podía seguir siendo su amiga, tuve la oportunidad de explicarlo de una forma muy simple: yo no estaba presente, por lo tanto era el perfecto chivo expiatorio; en realidad no me causaron ningún perjuicio y puedo entender que a veces las personas tengan la necesidad de hacer ciertas cosas para garantizar su trabajo, porque tienen familia y responsabilidades. No creo tener la moral para juzgar a otros por algo que probablemente, hubiera podido llegar a hacer yo misma, si me hubiese visto en la necesidad... después de todo, como dice el dicho: "La necesidad tiene cara de perro".
Definitivamente no considero correcto este tipo de actitudes, pero cuando uno se pone en el lugar de la otra persona, se da cuenta que se trata un poco de salvar “mi pellejo o el suyo” y mi pellejo ya no estaba en riesgo. Creo que por eso, pude aceptarlo, perdonarlo y seguir adelante.
Los seres humanos somos imperfectos por naturaleza. No creo que exista nadie absolutamente puro, perfecto y limpio de pecado, que nunca haya cometido un error o se haya equivocado, porque todos estamos en un camino de constante aprendizaje y mejoramiento.
El punto de esta reflexión es que debemos aprender a perdonar y no guardar rencor, porque todos somos capaces de cometer errores. El rencor es malo para la salud. Carcome el corazón de adentro hacia afuera, como un cáncer y nos vuelve duros, insensibles y amargados. La vida es demasiado valiosa y corta para perder tiempo revolcándonos en el lodo que otros nos lanza. Así que... cuando nos pase a nosotros, a perdonar y seguir adelante.
Tal vez, aquellas personas no merecen el perdón; pero nosotros sí lo merecemos, el perdonar nos alivia.
ResponderBorrarAunque, lo confieso, ya no deseo tener contacto.
Saludos,