Un amigo me ha compatirdo este texto recientemente. Entiendo que fue escrito por Antonio Ramírez (escritor) y quisiera compartirlo con ustedes porque me pareció sumamente interesante. Así que aquí se los dejo...
Si
miramos con cuidado podemos detectar la aparición de una franja social
que antes no existía: la gente que hoy tiene alrededor de sesenta años:
LA
SEXALESCENCIA es una generación que ha echado fuera del idioma la
palabra "sexagenario", porque sencillamente no tiene entre sus planes
actuales la posibilidad de envejecer. Se trata de una verdadera novedad
demográfica parecida a la aparición en su momento, de la "adolescencia",
que también fue una franja social nueva que surgió a mediados del Siglo XX
para dar identidad a una masa de niños desbordados, en cuerpos
creciditos, que no sabían hasta entonces dónde meterse, ni cómo
vestirse.
Este
nuevo grupo humano que hoy ronda los sesenta o setenta años, ha llevado una
vida razonablemente satisfactoria. Son hombres y mujeres independientes
que trabajan desde hace mucho tiempo y han logrado cambiar el
significado tétrico que tanta literatura latinoamericana le dio durante
décadas al concepto del trabajo. Lejos de las tristes oficinas de J.C.
Onetti o Roberto Arlt, esta gente buscó y encontró hace mucho la
actividad que más le gustaba y se ganó la vida con eso. Supuestamente
debe ser por esto que se sienten plenos; algunos ni sueñan con
jubilarse. Los
que ya se han jubilado disfrutan con plenitud de cada uno de sus días
sin temores al ocio o a la soledad, crecen desde adentro en uno y en la
otra. Disfrutan el ocio, porque después de años de trabajo, crianza de
hijos, carencias, desvelos y sucesos fortuitos bien vale mirar el mar
con la mente vacía o ver volar una paloma desde el 5º piso del
departamento.
Dentro
de ese universo de personas saludables, curiosas y activas, la mujer
tiene un papel rutilante. Ella trae décadas de experiencia de hacer su
voluntad, cuando sus madres sólo podían obedecer y de ocupar lugares en
la sociedad que sus madres ni habrían soñado con ocupar. Esta mujer
sexalescente pudo sobrevir a la borrachera de poder que le dio el
feminismo de los 60s, en aquellos momentos de su juventud en los que los
cambios eran tantos, pudo detenerse a reflexionar qué quería en
realidad. Algunas se fueron a vivir solas, otras estudiaron carreras que
siempre habían sido exclusivamente masculinas, otras eligieron tener
hijos, otras eligieron no tenerlos, fueron periodistas, atletas o
crearon su propio "YO, S. A.". Pero cada una hizo su voluntad. Reconozcamos que no fue un asunto fácil y todavía lo van diseñando cotidianamente.
Pero
algunas cosas ya pueden darse por sabidas, por ejemplo que no son
personas detenidas en el tiempo; la gente de "sesenta o setenta",
hombres y mujeres, maneja la compu como si lo hubiera hecho toda la
vida. Se escriben, y se ven, con los hijos que están lejos y hasta se
olvidan del viejo teléfono para contactar a sus amigos y les escriben un
email con sus ideas y vivencias. Por lo general están satisfechos de
su estado civil y si no lo están, no se conforman y procuran cambiarlo.
Raramente se deshacen en un llanto sentimental. A diferencia de los
jóvenes; los sexalescentes conocen y ponderan todos los riesgos. Nadie
se pone a llorar cuando pierde: sólo reflexiona, toma nota, a lo sumo… y
a otra cosa.
La
gente mayor comparte la devoción por la juventud y sus formas
superlativas, casi insolentes de belleza, pero no se sienten en
retirada. Compiten de otra forma, cultivan su propio estilo… Ellos,
los varones no envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte, o
de los que lucen un traje Armani, ni ellas, las mujeres, sueñan con
tener la figura tuneada de una vedette. En lugar de eso saben de la
importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una
sonrisa iluminada por la experiencia.
Hoy
la gente de 60 ó 70, como es su costumbre, está estrenando una edad que
todavía NO TIENE NOMBRE, antes los de esa edad eran viejos y hoy ya no
lo son, hoy están plenos física e intelectualmente, recuerdan la
juventud, pero sin nostalgias, porque la juventud también está llena de
caídas y nostalgias y ellos lo saben. La gente de 60 y 70 de hoy celebra
el Sol cada mañana y sonríe para sí misma muy a menudo… Quizás por
alguna razón secreta que sólo saben y sabrán los del siglo XXI.
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