Las causas que provocan la fatiga o el agotamiento pueden ser muy diversas aunque, generalmente, se trata de situaciones que se caracterizan por una marcada debilidad física y/o psíquica tras la realización de actividades cotidianas que en circunstancias normales no deberían producir esos síntomas.
La Encefalomielitis Miálgica - también conocida con el nombre de Síndrome de fatiga crónica (CFS en inglés) - se presenta con una sintomatología que, por su similitud con el tema que estamos tratando, conviene considerar ya que en multitud de ocasiones es considerada como una enfermedad sin importancia cuando quien la padece sufre una seria merma en su calidad de vida.
El problema es que se desconocen las razones que originan la "fatiga crónica" aunque hay varias teorías al respecto: desarreglos de los complejos sistemas celulares ocasionados por alteraciones de tipo endocrino, alteraciones de las citoquinas cerebrales, presencia de compuestos químicos que alteren el metabolismo del cuerpo, exposición a compuestos químicos organofosforados, otros agentes infecciosos, cambios en la actividad del sistema inmunológico -tanto por defecto como por exceso- o la acción de virus como el Epstein-Barr, el herpes tipo 6, el citomegalovirus o la cándida, entre otros. Todos esos microorganismos han sido relacionados con esta patología.
Los síntomas más comunes para determinar su existencia son la pérdida de memoria y de concentración, dolor muscular, dolores en las articulaciones, inflamación de garganta, inflamación de los nódulos linfáticos en nuca o axilas y cefaleas. También pueden aparecer otros síntomas como fiebre, problemas de sueño, sequedad de boca y ojos, mareos, congestión, diarrea, fluctuaciones en el peso, vómitos, alergias, hipotensión, infecciones, cambios de humor brusco, tristeza, ansiedad, depresión y ataques de pánico. Un problema que puede tratarse con efectividad en muchos casos (véanse artículo sobre "fibromialgia" enfermedad" similar).
Claro que además de esta patología concreta hay determinadas situaciones que, desde el punto de vista de la Nutrición Ortomolecular, son causa más que suficiente para provocar esa sensación de cansancio, problema que puede durar mucho tiempo si no se trata o si se confunde con la patología anteriormente descrita.
Una alimentación deficitaria o inadecuada, el elevado consumo de sustancias como café, alcohol, tabaco, comida basura, alimentos refinados, ausencia de frutas y vegetales frescos, etc., así como un comportamiento que altere nuestro ritmo biológico pueden ser motivos más que suficientes para desarrollar una situación en la que aparezca fatiga, cansancio o agotamiento. Problema que se puede prolongar en el tiempo tanto como duren nuestros hábitos erróneos. No olvidemos que muchas veces agotamos las reservas de nutrientes que sólo se encuentran en las frutas y vegetales frescos por lo que si además de consumir sustancias tóxicas, no ingerimos esos nutrientes, existen altas posibilidades de provocar una situación que disminuye nuestra calidad de vida, con todo lo que eso conlleva.
Ese tipo de alimentación genera además muchos residuos tóxicos, que en la mayoría de los casos no son eliminados de forma adecuada, por lo que uno de los órganos que más se verá afectado, es el hígado. Y esa situación genera una sintomatología idéntica a la que acabamos de describir.
Qué podemos hacer con la nutrición ortomolecular?
La fatiga requiere siempre determinar la razón o razones que han generado este síntoma. Según la situación bioquímica, física y psíquica, se pueden conocer los pasos a seguir tanto a nivel dietético como ortomolecular. En todo caso, conviene seguir los siguientes consejos:
- Evitar el estrés prolongado. El estrés, sostenido en el tiempo puede generar inmunodepresión y provocar este tipo de alteraciones.
- Limitar las sustancias y compuestos tóxicos.
- Instaurar una alimentación saludable ingiriendo diariamente frutas, verduras y cereales integrales.
- Reducir o eliminar el consumo de bebidas alcohólicas y estimulantes. Aunque puedan producir una sensación momentánea de alivio, suelen empeorar el problema.
- Limitar el consumo de grasas saturadas.
- Realizar algún tipo de actividad deportiva acorde con las posibilidades físicas.
- Mantener un horario de sueño adecuado a nuestras necesidades reales.
ALIMENTOS BENEFICIOSOS
- Miel: aporta azúcares rápida y fácilmente aprovechables para el organismo además de pequeñas cantidades de vitaminas. Su uso debe ser moderado.
- Albaricoques: tienen acción estimulante sobre el sistema nervioso y el metabolismo.
- Uvas: aportan una buena cantidad de vitaminas, minerales y azúcares.
- Ajo: es tonificante y vigorizante, además de antiviral.
- Sésamo: es altamente nutritivo. Contiene vitaminas, minerales y oligoelementos.
- Frutas y verduras crudas: por su contenido en vitaminas, minerales y fitonutrientes.
- Berros: aumentan el apetito y son tonificantes.
- Probióticos: son inmunoestimulantes e inmunomoduladores.
SUPLEMENTOS NUTRICIONALES:
- Potasio y magnesio: son potencialmente beneficiosos para las personas con fatiga persistente. Aunque las personas con patología cardiaca o renal no deben tomar suplementos de estos minerales sin consultar con un especialista.
- Vitaminas A y E: ambas vitaminas son estimulantes del sistema inmune.
- Betacaroteno: potencia la acción del interferón natural.
- Probióticos: son sustancias indispensables para el buen funcionamiento del sistema inmunitario.
- Coenzima Q10: una coenzima que está presente en todas las células y que cumple un papel fundamental en la producción de energía a nivel celular.
- Vitaminas del grupo B: son vitaminas indispensables para el buen estado del sistema nervioso además de aumentar los niveles de energía.
- Vitamina C: tiene efectos antivíricos, favorece la función adrenal y refuerza el sistema inmunológico.
- Selenio: su deficiencia inhibe la resistencia a las infecciones.
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