Mirar la vida sonriente y pletórico, es privilegio de las almas superiores. Para éstas no existe el temor del fracaso, ni el dolor del ayer. Cada día se les ofrece como una maravillosa oportunidad de aprender algo nuevo, de vivir un nuevo capítulo, campo fértil para nuevas experiencias y gratas conclusiones. Y es que llevan consigo una fe inquebrantable en sí mismos, una comprensión para los demás, que los eleva sobre el nivel común donde se agitan y languidecen aquellos que no tuvieron valor para rehacerse de los infortunios, dominar las circunstancias y triunfar donde las posibilidades del éxito fueron remotas.
Quien aspira a vivir la vida plenamente, tiene que colocarse en el plan del alma superior; aceptar algunas cosas y olvidar aquellas que no se pueden remediar; de lo contrario caerá irremisiblemente en el remolino de las angustias y las incertidumbres, se sentirá atado, incapaz de reír, de amar, de luchar, de ir tras su verdadero destino, y dejará pasar a su lado todas las oportunidades de vivir armónicamente.
Los fracasos son el lógico producto de nuestros errores y la experiencia está construida a base de esos errores. Por lo tanto, es importante, inevitable, extraer de cada error la sabia experiencia que nos ayudará en el futuro a esquivar lo primero.
Concretarse a lamentarnos de nuestras desgracias de ayer, de nuestras equivocaciones, no conduce a otra cosa que a inhabilitarnos para ir hacia delante y quienes viven así pierden la noción de la felicidad, ese afán de disfrutar de la existencia, porque para ellos se ha cerrado la puerta del cielo.
No permitas que esto te pase. Mantén siempre la frente en alto y deja que el Optimismo exude por cada poro de tu ser!
Que bello este artículo... Gracias por compartirlo!!!
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