Hoy en día muchas son las enfermedades que nos afectan debido a malos hábitos alimentarios y/o malos estilos de vida.
El hígado es el órgano interno más grande del cuerpo llegando a pesar en un adulto kilo y medio. Está formado de dos lóbulos principales de los cuales el derecho es más grande que el izquierdo. El color café rojizo de este órgano se debe a la cápsula de tejido conectivo que lo cubre. Sirve como un gran filtro que ayuda a remover de la sangre: toxinas, medicamentos, productos químicos, drogas o alcohol que de otro modo resultarían nocivos para el organismo.
El hígado graso o esteatosis hepática ocurre cuando el hígado acumula ácidos grasos y triglicéridos en los hepatocitos, lo que dificulta mucho el funcionamiento de éste órgano. Hace algunos años el hígado graso se relacionada con el consumo de alcohol en grandes cantidades, aunque en la actualidad cada vez son más los especialistas que relacionan el aumento de personas con esta patología con los altos niveles de obesidad, de colesterol y triglicéridos.
El hígado graso puede ocurrir por otros factores inflamatorios, independientes del alcohol, como lo son la resistencia a la insulina (RI), el estrés oxidativo y la liberación de citokinas. Su prevalencia aumenta del 70 al 90% en las personas obesas o diabéticas, quienes también tienen mayor riesgo de desarrollar fibrosis avanzada y cirrosis. Se ha observado de manera extremadamente frecuente que esta enfermedad se asocia básicamente a factores de riesgo como obesidad, diabetes, hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia, siendo más frecuente en mujeres que en hombres y que ahora es posible encontrar personas sin estos factores de riesgos con hígado graso. Llama la atención el hecho de que hace 30 años ni siquiera sabíamos que existía esta enfermedad y ahora es una de las enfermedades hepáticas más comunes.
El alcohol y la obesidad empiezan a afectar seriamente el organismo, pero de manera especial dañan el hígado hasta que se desarrolla el hígado graso. Entre la obesidad y el alcohol tenemos un dueto malvado que agrede al hígado hasta orillarlo a la hepatitis alcohólica o esteatohepatitis. Y si a esto además le agregamos otra complicación como la diabetes o hipertensión, el riesgo es aún mayor. Estas condiciones sin el cuidado adecuado pueden derivar en procesos más graves como la fibrosis y posteriormente la cirrosis y/o el hepatocarcinoma o cáncer de hígado.
Por lo general, esta enfermedad es asintomática y la única manera de descubrirla es a través de un ultrasonido abdominal que muestre al hígado de un color un tanto brillante. En el caso de presentarse síntomas, algunos de estos son básicamente dolor en la parte superior derecha del abdomen, malestar general, fatiga crónica, y sensación de pesadez, en especial después de las comidas, también puede haber ictericia o síntomas de insuficiencia hepática, siendo éste último el menos frecuente. Aunque a veces a pesar de tener la condición, las pruebas de enzimas hepáticas resultan normales e inclusive los ultrasonidos y las tomografías no siempre detectan la enfermedad.
Por otro lado, normalmente no se muestran síntomas hasta que la enfermedad ha progresado a estadios más graves de la enfermedad y algunas veces la primera señal es estómago o tobillos irritados o vómito de sangre. Mientras progresa la enfermedad, el hígado tiene dificultad para filtrar las toxinas, las cuales pueden llegar hasta el cerebro y causar síntomas como pérdida de memoria, problemas para dormir por la noche y falta de coordinación.
Vale la pena mencionar que antes se diagnosticaba hígado graso prácticamente solo en adultos, y ahora es cada vez más común observar esta condición en adolescentes en incluso niños, ya que empiezan a beber en edades tempranas, algunos con el consentimiento paterno. Aunque muchas de las personas con hígado graso no van a desarrollar consecuencias graves de la enfermedad, hay que prestar atención a esta patología ya que es probablemente la causa más frecuente de cirrosis hepática.
De las personas con hígado graso, cerca del 80% no desarrollará una enfermedad hepática seria. El otro 20% desarrollará una enfermedad llamada esteatohepatitis no alcohólica. Y de estos últimos, alrededor del 20 o 30%, desarrollarán cirrosis y enfermedad hepática en su última etapa, donde el único tratamiento real es trasplante de hígado.
El hígado graso con o sin inflamación de tipo alcohólica o no alcohólica, es un proceso que sí podemos revertir en sus primeras etapas. Para empezar podemos prevenirlo haciendo ejercicio, comiendo frutas, verduras, reduciendo el consumo de carbohidratos, tomando más agua y menos refrescos, recurriendo a algunos antioxidantes.
Tratamiento
Si te diagnostican hígado graso y no sabes que hacer, el tratamiento de esta enfermedad consiste en básicamente bajar de peso y aumentar la actividad física, cambiar el estilo de vida, evitar el consumo de alcohol y evitar el consumo de medicamentos innecesarios. Otro dato que puede resultar muy útil, sobre todo en etapas avanzadas, es el consumo de antioxidantes como la vitamina E, carnitina y medicamentos para bajar niveles de triglicéridos y colesterol como las estatinas y bezafibratos.
Fórmula sintética de la dieta para hígado graso y obesidad:
- Valor calórico total : Se encontrará reducido, de acuerdo a parámetros antropométricos individuales.
- Hidratos de carbono : su porcentaje se encontrará entre 50 – 55% , realizando una selección de alimentos ricos en fibra y bajos en azúcares simples.
- Proteínas : 15% Del valor calórico total.
- Grasas : 25% Del valor calórico total, de este total se deberá realizar una selección de alimentos que contengas ácidos grasos monoinsaturados, poliinsaturados en mayor cantidad, reduciendo al límite los ácidos grasos saturados.
Menú recomendado para esteatosis hepática:
- Desayuno : combinar cada día una porción de leche descremada, pan integral con queso descremado, y una porción de frutas frescas
- Almuerzo : caldo de sopa casera dietética con pescado a la parrilla, o pechuga de pollo asado o bistec asado y ensalada de alcachofas, o de verduras diversas, y fruta.
- Merienda: Yogur descremado con cereales sin azúcar.
- Cena: 1 taza de sopa casera, verduras cocidas como acelga, calabaza y zanahoria, o clara de 1 huevo al gusto, y ensaladas de frutas, o una porción de frutas frescas
Para las colaciones de media mañana y media tarde puedes elegir entre Yogur descremado, Frutas, Verduras, Barritas de cereal dietéticas, Queso de pasta firme dietético y Gelatina dietética.
Es muy importante una buena disciplina en la alimentación y si existe obesidad conviene bajar de peso, así como nivelar con tratamiento médico los niveles altos de colesterol y triglicéridos si es que están alterados.
Fuentes de referencia: es.globedia.com , CNN y www.nssoaxaca.com
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